Hacia el Atlántico surge pletórico el otro paisaje gallego. La Costa... poblada de rías y de acantilados apretando las pequeñas playas , puertos naturales de lanchas marisqueras y bateas siempre listas. Y como un símbolo de una tierra que supo ser refugio de vándalos, suavos, visigodos y espíritu celta, la geografía gallega está salpicada de hórreos y cruceiros y, sobre el mar, de mejilloneras y redes de ásperas manos pescadoras.
Los alabeados caminos costeros gallegos, inexorablemente discurren entre viñedos, bosques, rías, playas, pequeñas aldeas y diminutos puertos de pescadores. Una sucesión de paisajes que los ojos del viajero descubre con el placer de la sorpresa. Viejas torres románicas de alguna iglesia, o la presencia de algún cruceiro alzándose en la lomada, constituyen abalorios de una geografía tan cara al visitante.