La Bahía de San Francisco alberga tres islas: la del Ángel de la Guardia, Treasur y la más famosa, la de Alcatraz . Ésta es una isla rocosa que entre 1861 y 1963 fue un renombrado penal. Su situación en medio de la bahía la tornaba invulnerable y lo más importante, convertía a la soñada fuga en una quimera. Hoy la isla es un centro turístico abierto al público ansioso de evocar entre sus muros, las historias que el viento de la bahía arremolinó más allá de la península. Allí, por momentos encandilada con el sol cayendo a pleno, Alcatraz incita a la imaginación. El poeta estadounidense Allen Ginsberg , seguramente, experimentó esa vaga sensación arcana:
Prisiones y visiones presentadas
con extrañas descripciones
correspondiendo exactamente a aquellas
de Alcatraz evanescente. La gran Bahía, indiferente, como un espejo, refleja la ciudad como un rito.
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Alcatraz tiene una historia mucho más allá de que se convirtiera en la Penitenciaría Federal. Fue descubierta en 1775, por un explorador español y se le dió el nombre de Alcatraz, justamente por la colonia de alcatraces o pelícanos que se encontraban en esta isla, también conocida como La Roca. Ustedes recordarán famosísimas películas se rodaron en torno a esta isla que ya es todo un mito. Hacia el año 1854 los militares se dieron cuenta de la importancia y de la estratégica ubicación de esta isla en el medio de la bahía de San Francisco, decidieron tomarla y crear ahí un fuerte que durante la guerra civil se convertirió en la Penitenciaría Federal que le diera tanto renombre. En 1934 Alcatraz se transformó en una cárcel de máxima seguridad, albergando a aquellos que se conocieran como enemigos públicos, como Al Capone y George "Machine Gun" Kelly, entre otros famosísimos. Durante estos 29 años de penitenciaría no se han registrado oficiales escapes pero, sin embargo, hay muchísimos mitos y se dice que cuatro convictos lograron salir de la cárcel pero nunca se supo de su paradero final.
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